lunes, 13 de abril de 2015

Sobre afición, fidelidad y exigencia

Desde hace unos meses se viene relacionando entre parte de los béticos, equivocadamente a mi juicio, el concepto de fidelidad con la ausencia de exigencia. A mi parecer, son conceptos totalmente diferentes pero no opuestos y, por tanto, pueden ir de la mano a la perfección.

Ayer pude leer a varios béticos que expresaban su opinión, totalmente respetable (faltaría más), manifestando que no tenemos motivos para presumir de afición puesto que el equipo se encuentra en Segunda. Con todo mi respeto, es mezclar churras con merinas. Se presume de afición, no de equipo. Si el Betis está en Segunda es por culpa de una desastrosa planificación de la temporada pasada, puesta en marcha por unos dirigentes incompetentes y llevada a la práctica por unos técnicos y futbolistas que en ningún momento estuvieron a la altura de lo que representan. Pero, ¿por culpa de ciertos dirigentes y jugadores ya no podemos presumir de lo más valioso que tenemos? ¿Presumir de afición te hace menos exigente? Muchos, entre los que me incluyo, no entendemos qué tiene que ver. ¿Acaso no es bonito y meritorio ver a 8.000 aficionados visitantes llenando un estadio ajeno? Y nadie se conforma con eso, todos queremos ganar.

A título personal, me considero un bético fiel y a la vez exigente. Acompañaría al Betis hasta categoría regional y a la vez me cojo un cabreo de tres cojones, perdonen la expresión, cada vez que el equipo empata, más aún si pierde, aunque sea contra un Madrid o un Barcelona. Si hasta el 0-0 en Anfield me supo a poco, a pesar de la dificultad de aquel grupo. Ahora bien, conviene recordar que si se dice que el Betis debería estar luchando cada temporada por puestos europeos es, precisamente, por la grandeza de su afición y no por otra cosa.

En mi humilde opinión, la afición del Betis ha sabido combinar esta temporada ambos conceptos. Ha mostrado su fidelidad superando la cantidad de socios de la temporada pasada, realizando desplazamientos de miles de personas o metiendo 40.000 aficionados en el Villamarín (ante el Valladolid). Y, por otra parte, también ha silbado a técnicos y jugadores cuando ha sido necesario, mostrando su desagrado con el juego y/o resultados del equipo. Incluso tras la larga racha de partidos sin perder, yendo líder y con Pepe Mel en el banquillo, se han escuchado pitos cuando el juego era deplorable. Esto demuestra el cambio de chip de la parroquia verdiblanca, que ha sabido compaginar fidelidad con exigencia, dos nociones que deben existir y convivir siempre en una afición indudablemente extraordinaria como la del Betis.

La afición del Betis seguirá profesando su fidelidad al escudo independientemente de la categoría en la que se encuentre el equipo, al que siempre mostrará su exigencia para estar lo más arriba posible.

Los 37.000 abonados, los 7.000 béticos de Huelva, los 8.000 de Barcelona y un largo etcétera de actos de fe son hechos que demuestran que el Betis no es un equipo más. Cada abono, cada entrada, cada viaje, o cada visita del Betis a tierras catalanas donde miles de fieles demuestran su beticismo, es un motivo de orgullo para el aficionado bético. Ningún bético, ninguno, se contenta con estar en Segunda. Todos queremos y nos sentimos obligados a ascender, lo que no quita que demostremos nuestro orgullo de sentirnos béticos. Estamos con el Betis en Segunda, nunca lo abandonamos, pero lo que único que queremos es estar con el Betis en Primera y en Europa.

Jugadores y afición celebran el 1-2 de Molina en el Miniestadi (foto: Beticismo.net)

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