Se ha puesto de moda en algunos trabajadores del Betis, en su entorno y en los defensores más aguerridos de los dirigentes, el culpabilizar de todos los males del Betis a su afición y las protestas que emite. Todo sea por defender la horrorosa gestión del club, aunque ello conlleve atribuir los errores y la ineptitud a los béticos que están en la grada, aquellos que pagan, sufren y muy pocas veces disfrutan con su equipo.
Esos béticos, empachados de enfados y decepciones durante las últimas once temporadas, protestan COMO CONSECUENCIA de lo que a día de hoy siguen viendo en el césped. Y no tienen bastante con los continuos disgustos que les da su equipo que, para colmo, ahora tienen que aguantar que les digan que la culpa la tienen ellos. Por pitar. Pues miren ustedes, no. Los pitos y la frustración son la consecuencia, no la causa.
En los últimos años, incluido éste, los béticos han sufrido multitud de bochornos, de los que vamos a citar unos cuantos: el descenso de los 25 puntos, muchísimas goleadas por 4, 5 y hasta 6 goles (y no sólo de clubes grandes, también de equipos como la Ponferradina o el Eibar), el 5-1 y los dos 4-0 ante el Sevilla, la remontada en el euroderbi, el 6-0 global en el derbi copero, la mayor goleada de la historia en casa (el 1-6 ante el Madrid) y un sinfín de partidos sonrojantes para la parroquia verdiblanca. También podría tirar de estadísticas históricas que argumentan el sufrimiento que lleva pasado la afición en los últimos años, pero saldría una lista de datos indignos tan larga que no merece la pena dedicar tiempo a ello.
Pero no nos vamos a quedar en el primer equipo. En los últimos años el Betis B ha descendido dos veces a Tercera División. Ha jugado tres partidos ante el Sevilla C y ha perdido los tres. Y el primer equipo juvenil lleva seis años sin quedar más arriba del tercer puesto en su grupo y, por tanto, sin jugar la Copa del Rey y mucho menos la Copa de Campeones, lo que se traduce en la peor etapa de la historia del juvenil bético, con mucha diferencia. La cantera bética pasa por un momento tan penoso como el primer equipo.
¿Y ahora van a seguir diciendo que la culpa es de la afición? ¿La pésima gestión del club es cosa de la grada? ¿Los béticos trajeron a Garrido o Velázquez? ¿La afición fichó a futbolistas de la talla de Chica, Tosic, Steinhöfer, Paulao, Perquis, Molins, Andersen, Chuli, Cedrick, Braian Rodríguez, Rennella, Tarek y un largo etcétera? ¿Los dos descensos del filial fueron provocados por los pitos de la afición?
¿Que el Betis no sea capaz de ganar ni al Dépor, ni al Granada, ni al Espanyol también es culpa de los béticos? ¿Que todos los extremos rivales entren en el área del Betis como Pedro por su casa o que los rivales rematen sin marca alguna en cada córner se debe a que los béticos pitan? ¿Que el Betis lleve años sin jugar bien al fútbol se debe a las protestas de los aficionados?
Ahora toca culpar a la afición, utilizar a Poyet de escudo -que tiene su parte de culpa y al que, por cierto, tampoco lo trajo la afición- y en unos meses tocará hacer culpable a Torrecilla, para salvar la cabeza de los de arriba y de los que mueven los hilos por detrás. Posteriormente crearán un nuevo proyecto y volverán a pedir tiempo y paciencia, por enésima vez. Una historia muy vista ya.
Ya basta de hacer culpable al de la grada y víctima al del palco. Los béticos no son los que dirigen, son los que pagan y dan de comer al club -nunca olviden esto-. Si han cometido errores apechuguen, tengan un poco de vergüenza y agachen la cabeza, en vez de hacer responsable a la afición, que bastante tiene ya con lo que sufre de manera constante.
Es muy doloroso tener que echar la vista atras, y ser consciente de que nuestro REAL BETIS BALOMPIÉ ha sido despojado de casi todo rastro de dignidad, honor, orgullo y RESPETO pasado.
ResponderEliminarY que ahora quieran responsabilizarnos de los males pasados, presentes y futuros es algo ya completamente INACEPTABLE y ESPERPÉNTICO.
Totalmente de acuerdo con tu comentario. No les parece suficiente el sufrimiento que nos provocan que encima pretenden hacernos responsables. Intolerable.
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