Escribir en caliente no es bueno, pero a veces es irremediable. Esto lo escribo mientras veo al eterno rival clasificarse para su séptima final europea, la séptima en solo 9 años. Algo a la altura de muy pocos, mientras nosotros seguimos jugando partidos de Segunda División en pueblos perdidos del norte de España. Y duele, por supuesto que duele, igual que les dolería a ellos si las situaciones fueran contrarias. Es natural e inevitable, así es el fútbol y la rivalidad sevillana.
Hace menos de 10 años, solo nos aventajaban en una Copa en cuanto al palmarés en competiciones nacionales. Hoy están a un paso de convertirse en el equipo con más Copas de la UEFA de la historia. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha cambiado todo? La respuesta es simple: PERSONAS CUALIFICADAS + TRABAJO = RESULTADOS. Así de fácil es la ecuación. Que sí, que muchas veces tienen suerte, merecida o inmerecida, pero los frutos los da el trabajo. Año tras año hacen un proyecto fiable y de máxima seriedad para luchar por cotas grandes, consiguiendo sus objetivos la mayoría de las veces. Venden grandes jugadores y fichan a otros iguales o mejores. Temporada tras temporada. Y eso solo es fruto de contar en el club con trabajadores competentes, véase Monchi.
Por otra parte está la actitud envidiable con la que juegan cada partido, esa sangre y esas ganas con las que disputan cada balón, sea cual sea el resultado que refleje el marcador. Salen a comerse al rival, independientemente de si se llama Getafe o el Real Madrid. Una personalidad que hace años que no se ve por Heliópolis, donde es más habitual ver jugadores andando por el campo.
El bético está harto de ver al Sevilla celebrar cosas mientras lamenta sus descensos. El bético quiere, pide, exige, un Betis que se acerque a la altura de su fiel afición. Quiere un club serio, que deje de ser el circo que ha sido en la última década. El bético quiere un club con estructuras de élite y con un proyecto deportivo que permitan fijar unos objetivos ambiciosos a la vez que ilusionantes. El bético ya está cansado de soñar con jugar semifinales y finales, él quiere jugarlas. El bético quiere volver a sentir ese cosquilleo de la noche antes de un partido importante. Quiere un Betis cuya estabilidad permita luchar por los puestos europeos año tras año, disputar semifinales a menudo y alguna final de vez en cuando. Quiere un Betis en el que clasificarse para Europa no sea algo histórico, sino lo habitual. Al bético ya no le valen las palabras, él quiere RESULTADOS REALES, porque de soñar ya está harto.
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